En Febrero de este año dejé de trabajar en la empresa en la que estuve por 9 largos años, casi casi toda mi juventud. Fueron diversos los motivos pero el principal, fue porque en ese momento mi hija me necesitaba y yo la necesitaba a ella. María José siempre será mi prioridad y en ese entonces era necesario hacer un alto a mi caótica vida laboral.
Fuimos muy felices, nos disfrutamos al máximo y el verano fue espectacular. Pasamos mucho tiempo en familia y hasta nos mudamos a Pimentel para estar junto a papá que empezaba un nuevo proyecto. Reímos, lloramos, jugamos, pintamos, nadamos, NOS AMAMOS!! Nos amamos más que nunca porque no sé en qué momento dejamos de disfrutar la vida y era hora de empezar a disfrutarla nuevamente. Han sido horas, días, meses maravillosos al lado de mi pequeña. En ese “tiempo libre” por llamarlo de alguna manera, hasta tuve el valor al fin de abrir este espacio.
Pero debo confesar que soy una persona muy activa, tal vez demasiado. Siempre tengo que estar haciendo algo y sí, yo sé que estar con nuestros hijos es lo mejor del mundo y nos demanda casi todo el día pero a veces uno necesita algo más. Y aunque a largo plazo me encantaría que mis proyectos se hagan realidad, creo que para que algunos sueños se cumplan a veces hay que trabajar mucho y eso es lo que hoy me toca.
Así que aquí estoy, de nuevo en las canchas laborales, de nuevo en los horarios de oficina, de nuevo entre compañeros y mucho trabajo. Pero esta vez ya tengo las cosas claras, tengo metas trazadas y sólo me toca seguir trabajando duro para poder lograrlas. Sé que hay muchas mamás como yo, que les toca repartirse entre la oficina y nuestros hijos. Y sé que es muy difícil, es agotador pero si siguen luchando por sus sueños, créanme que habrá valido todo el esfuerzo.
Porque nuestros hijos no valen la pena, ¡VALEN LA ALEGRÍA y por ellos TODO!
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