Hoy María José se despertó llorando. Como todas las mañanas me levanté a prepararle la leche, mientras lo hacía escuchaba que me llamaba y yo solo intentaba hacer las cosas rápido para que no siga llorando. Le di la leche y prendí la tv para que vea dibujos y regresé a la cocina a preparar el desayuno y la lonchera. No pasó ni un minuto y vi que estaba en la cocina sin zapatos, así que la cargué y a llevé a la cama para que coma los huevos con tomate y pimiento que le había hecho (es uno de sus favoritos). Vi que solo había tomado la mitad de la leche, y ahora tampoco quería comerse los huevos.
Respiré y pensé, por un día que no tomé un buen desayuno no le va a pasar nada. Empecé a cambiarla mientras seguíamos viendo dibujitos. Pensé en intentar nuevamente sentarla a tomar desayuno pero era en vano, ella estaba decidida a irse al nido sin desayuno el día de hoy. Vi una de esas cajitas de jugo de naranja y lo puse en un envase y se lo di a Majo para que lo tome (no le doy la caja de frente porque suele aplastarla y se termina cayendo todo el líquido). Terminé de preparar la lonchera y me disponía a ir al cuarto a cambiarme y vi que Majo había botado el envase y estaba aplastando la cajita, en consecuencia terminó derramando el jugo. Y en ese momento ya no pude respirar, ni contar hasta diez y la grité. La grité solo porque había derramado un poco de jugo. La grité desde mi cansancio porque últimamente no puedo dormir bien. La grité desde mi frustración porque las cosas no me estén saliendo como quisiera que me salgan. La grité desde mi tristeza porque hace poco más de una semana estamos lejos de papá y lo extraño.
Después obviamente me sentí mal, porque seamos honestas era solo un poco de jugo. Sentí que a veces pierdo la paciencia rápidamente. Sentí que el rol de madre a veces me queda grande, que no doy la talla. PORQUE LAS MAMÁS NO PODEMOS ACTUAR DE ESA FORMA.
Cuando estuve más calmada fui a verla y ahí estaba ella, sentadita viendo Masha y el oso. Dejó que le ponga la casaca para salir a dejarla al nido y la cargué, vi esos ojitos de gatita que me miraban con ese amor que solo tus hijos pueden hacerte sentir. La cargué y le pedí perdón porque sé que puedo ser más paciente y además ella no tiene la culpa de todas esas emociones a flor de piel que tengo en estos últimos días. Nos abrazamos y sentí que a ella ya se le había olvidado todo.
Y es que las madres a veces nos olvidamos que no solo somos mamás. Somos también esposas, hijas, compañeras, hermanas, amigas, somos seres humanos que también fallamos. Sé que a veces creemos que somos súper poderosas y podemos con todo pero está bien si no es así. Está bien no poder con todo. Está bien ser humana y equivocarnos, está bien reconocer esos errores y tratar de mejorar como personas que somos. Porque entendí que las mamás también podemos perder la paciencia y enojarnos y estar tristes. Así que tú, que eres mamá, podrás entenderme. Estoy segura que todas en algún momento nos hemos sentido así. Entendí que no estoy sola y que como yo, hay muchas madres sintiéndose tal vez igual. Creo que con esa finalidad abrí este espacio, para sentir que no estoy sola, para saber que somos toda una comunidad de madres tratando de hacer bien las cosas, cada una a su manera pero seguro que todas con la misma finalidad, CRIAR NIÑOS FELICES.
Mamitas este rol que cumplimos no es fácil pero estoy absolutamente segura que es el más hermoso y gratificante de todos.
¡No lo olvidemos!
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