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Dónde todo comenzó...

Acababa de salir del laboratorio con los resultados de los análisis de embarazo. Todavía no lo podía creer, decía POSITIVO y yo no hacía más que llorar. Mi esposo en ese momento trabajaba en provincia así que lo llamé para darle la gran noticia… ¡Vamos a ser papás! Regresé al trabajo entre nervios y sonrisas. Es cierto que no lo habíamos planeado pero tener un bebé era nuestro sueño desde que comenzamos nuestra relación.


Pero esa misma tarde toda nuestra felicidad pasaría a convertirse en miedo y angustia. Cuando regresé de almorzar y fui al baño me di cuenta que estaba sangrando. No sabía nada sobre estar embarazada pero sabía que sangrar no era una buena señal. Fui de inmediato a la clínica más cercana de mi trabajo y ¡DIOS MÍO! que eternos parecen los minutos cuando estás en una situación así. El doctor me confirmó que estaba embarazada de 3 semanas y que había tenido una amenaza de aborto.


Salí de la clínica y agradecí al cielo que solo haya sido un susto, ahora me tocaba hacer reposo absoluto para poder cuidar de mi bebé. Sé que generalmente las mujeres esperamos hasta el tercer mes para contar nuestro embarazo a los demás pero en estas circunstancias debía contarle a mi familia por cualquier eventualidad que pudiese suceder. Mi esposo estaba aún a kilómetros de distancia y yo necesitaba todo el apoyo posible. Y no me equivoqué al hacerlo.


Al día siguiente por la noche nuevamente estaba en sala de emergencias esperando que me atendieran. Otra vez la misma angustia y el temor enorme de que mi bebé no estuviese bien. Otro doctor, otra ecografía, mismo diagnóstico: usted ha tenido una amenaza de aborto. No lo podía creer, ¿qué podía hacer para ayudar a mi bebé que se quede conmigo? Reposo absoluto me decían los doctores y algunas pastillas para ayudarme a retener al bebé fue lo que me recetaron. Y cuando al fin pensaba que lo estaba logrando, el sangrado empezaba nuevamente y se repetía la misma rutina. Ir a emergencias, las ecografías y nuevamente me enviaban a casa porque no podían hacer nada más. Solo queda esperar que todo salga bien me decían. Fueron días llenos de dolor, semanas de angustia, cada ida al doctor y cada ecografía me generaban un miedo que nunca antes había experimentado, yo solo pedía a todos los santos que mi bebé siga con vida dentro de mí.


Al fin pasaron 14 semanas, les juro que fueron los días más largos de mi vida. Habíamos superado el tan temible primer trimestre de embarazo.

Era sábado y me tocaba control así que fui con mi esposo y el doctor nos dijo que todo marchaba bien, nuestro bebé crecía con total normalidad y ya podía poco a poco regresar a mi rutina habitual. Ah! Y al parecer será mujer, nos dijo.


Esta gran aventura ya se sentía real… MARÍA JOSÉ venía en camino…

Fundada en Junio del 2017 por Karen García

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